Resiliencia. Mejor forma de enfrentar el miedo

0
1259

Tengo que iniciar este artículo definiendo qué es Resiliencia, y la Asociación Americana de Psicología la describe como un “proceso dinámico de adaptarse bien ante una adversidad, trauma, tragedia, amenazas o incluso a grandes fuentes de estrés”.

Se deberán de tomar en cuenta las dos situaciones, una la importancia o severidad del factor agresor y la segunda la adaptación positiva que haga cada ser humano ante esa agresión.

Considerando la agresividad del estímulo como aquellas situaciones que afectan negativamente sobre la vida de un ser humano como son la pobreza, el estrés, las enfermedades, más las crónicas que las agudas, el divorcio, la muerte de algún ser querido, accidentes, secuestros, robos o haber experimentado un suceso o problema terrible, como una guerra. Y la otra situación, es toda aquella adaptación de manera positiva y respuesta de un individuo a esos factores agresivos, como un grupo de comportamientos realizados para tener una adecuada adaptación social al enfrentarse a uno de esos estímulos adversos, haciéndolos no solo llevaderos, sino resolviéndolos mentalmente incluso a su favor.

En estas reacciones que se desarrollarán en un individuo influirán factores tanto culturales, biológicos, éticos, educacionales, económicos, así tenemos que la resiliencia es aquella capacidad que tienen las personas e individuos para tomar los mejores recursos con los que tenga él mismo para retomar un adecuado bienestar y autoprotección al enfrentar todos esos factores de riesgo adversos en esta vida.

Todo este tipo de respuestas se realizan a nivel cerebral, en el hipocampo, sitio localizado hacia la base del cerebro, tenemos en este sitio del cerebro donde se guarda la memoria y en la corteza cingulada, ubicada hacia los lóbulos frontales cerebrales, están las bases para procesar las emociones y en la amígdala cerebral, que está junto al hipocampo en la base del cerebro se verificará la respuesta emocional. Tanto el hipocampo como la corteza frontal cingulada, inhiben la acción del eje hipotálamo-hipófisis-adrenal, que se activa fuertemente con el estrés, y la amígdala es la encargada de liberar glucocorticoides, y al actuar estos liberan una cantidad adecuada de corticoesteroides, epinefrina, norepinefrina, citocina y las hormonas y neurotransmisores idóneos para una respuesta adecuada ante esos estímulos negativos.

Increíblemente hasta las características psicosociales de cada individuo juegan un papel importante las reacciones ante estos estímulos negativos, como son el  tener emociones positivas constantemente, ser una persona optimista casi permanentemente, una gran flexibilidad cognitiva (no tomarse las cosas tan a pecho), una gran capacidad de regulación emocional así como ser autosuficiente y mucha confianza en sí mismo, contribuyen el apoyo social, el altruismo, el compromiso con causas de beneficio al prójimo, la religión o creencias de ese individuo, la espiritualidad que presente ante esas respuestas, y claro, una adecuada salud tanto física como mental, buena nutrición y tener hábitos adecuados del sueño, con este juego adecuado de su maquinaria corporal, tendrá toda la capacidad de responder más que adecuadamente al estrés.

Aquí es donde vemos que una actitud positiva con emociones positivas constantes y frecuentes van estrechamente relacionadas con la resiliencia, favoreciéndonos un periodo de adaptación más corto y más rápido ante cualquier situación de estrés. Al contar con emociones positivas frente al embate de las adversidades permite a un organismo tener más flexibilidad, y lo más pronto posible tener una adecuada adaptación ante esas eventualidades, y esto, querido amigo lector, es ser resiliente.

Ser resiliente no es nada fácil, es encarar los estímulos externos de diferente manera a lo que los toma el resto de la población y poder así digerirlos de una manera que no nos hagan daño, por ejemplo, al recibir una emoción, por ejemplo, al sufrir un asalto o un robo: una respuesta negativa sería sostener por mucho tiempo la ira, el enojo, el disgusto o la tristeza, que estos eventos causan instantáneamente, es imposible no sentirlos, pero debe lo más pronto posible arrancar de su organismo los mecanismos propicios para eliminar de su cuerpo, mente y cerebro esa fase desagradable y sustituirla por mejores sentimientos, logrando con esto  una adecuada Resiliencia.

Gracias por leer este artículo.