Por Ernesto Salayandía García
Vengo de un hogar disfuncional, madre depresiva, mi padre murió asesinado por andar vendiendo droga cuando yo tenía doce años, mi madre se juntó con un señor que es alcohólico, somos dos, mi hermana de 31 y mi hermano de 32, mi hermana es adicta cocainómana y mi hermano es alcohólico cristalero.
Mi infancia de dolor comenzó a los tres años cuando mis padres se separaron, él se alejó de nosotros, recuerdo que siempre había peleas, muchos, golpes, cuando vi que una vez la golpeo muy feo a mi mama, le sacó sangre, de hecho la lesiono del pie, era un infierno, sufrí el abandono, mi madre se volvió muy agresiva y gritona conmigo, comenzó a pegarme por todo y por nada, hasta que fue pasando el tiempo y ella consentía más a mi hermano, el más pequeño, quien murió en un accidente, el señor que lo atropello iba alcoholizado y escuche el grito, yo iba con él en la calle, era un año menor que yo, el venia en la bicicleta y cuando voltee hacia atrás mi hermano ya estaba en el suelo atropellando, no lo he superado es una perdida muy dolorosa, tengo grabado en mi mente su grito de dolor, él era una persona muy miedosa, cuando mi hermano falleció, cambio toda mi vida, porque desde los 9 años, me volví ingobernable, rebelde, y comenzaron los problemas en mi casa, a esa edad en casa de un amigo, que era mi vecino, probé el cigarro y ya no lo deje de ahí seguí consumiendo, al principio, eran tres o cuatro cigarros, mi madre se dé cuenta de que fumo a los 10 años y reacciona, soltándose llorando porque ella nunca pensó que me fuera a prender del cigarro, de ahí, comencé a salirme a escondidas me escapaba de mi casa, ella se daba cuenta y me buscaba, pero nunca me encontró, yo salía a buscar refugio, comencé de imita changos, por pertenecer a un grupo, a un club social, desde ahí empecé a tomar, alcohol, Tecate roja, me hacía sentir bien, pero al darme cuenta que el alcohol me estaba echando a perder lo deje por un tiempo, hasta los doce años y de ahí comenzó mi vida con las drogas cuando me junte con un señor de 35 años, recuerdo muy bien que el bato tenia celotipia, mi cuerpo a esa edad, yo todavía era virgen, estaba bonita flaquita, con cabello largo, ya tenía mis mubis, el tipo, me trataba muy bien, me subía a su nube rosa que todo era bonito, lo conocí en una fiesta, el me saco platica, empezó a marrearme, diciéndome que estaba muy bonita y lo que me atrajo de él fue su sonrisa, me sentía bien, protegida, lo veía como una figura paterna, me gustaba el chico, él fue mi primer contacto sexual a los doce años por convicción, ya en forma, porque fui violada a los 8 años, muchas noches. De esta relación con el adulto, mi madre al principio no sabía nada, se dio cuenta cuando empecé a salir mucho, ligo con esta relación tóxica, sexo y alcohol, establezco codependencia y pruebo la marihuana, empecé a fumar todos los días marihuana y cuando él me dijo que si nos juntábamos, no la pensé y me fue con él.
De mal en peor
Él es repartidor de droga, yo tenía dotación, al principio, todo era bien bonito, me compraba celulares, ropa, me lleva a lugares a comer rico, y de repente, a un mes de estar viviendo junto con él, vinieron los cambios, me obligaba a vestir con camisas largas, no le gustaba que me vistiera escotaba, ni que me arreglara, me quería siempre en la casa encerrada, marco su celotipia muy fuerte y desde empezaron los celos enfermizos, golpes, diciéndome que a quien veía y me gritaba que era una puta, igual que mi papa con mi mama, la historia se repitió, el encanto se acabó, mientras yo seguía prendida de la marihuana, fumando cinco churros al día y mi mama me busco porque deje de hablarle todo el tiempo que estuve con esta persona, ella se da cuenta que consumo marihuana y duro un mes con mi mama en su casa y comencé a robarle las clonas a mi abuelita, entonces desde ahí me veían drogada . El cigarro, me siento relajada, la cerveza en un principio, bien, tranquila y entre más tomaba, mas quería, la marihuana me pone pajita, pero después me da mucha hambre. El cristal me da adrenalina, poder y mucha armonía.
Suspendo la compulsión al internarme
Mi madre decidió anexarme cerca de los 13 años, me dice ya ando mal que iba a salir mejor y tome la decisión de aceptar la ayuda. Al principio, en mi primer proceso estuve muy tranquila, cuando me subía a tribuna, no contaba mi vida, jugaba la parte, fui mitómana, no hable de nada, solo esperaba que se pasara el tiempo y salir a drogarme, escuchaba mucho de cómo se drogaban, ahí empezó mi obsesión por querer probar el cristal y sentir lo que tanto escuchaba de mis compañeras, tengo mucha ansiedad, solo dejaba que pasara el pensamiento, mi mente esta perturbada con mucho reburujo, cumplo los tres meses, finjo con mi madre dentro del proceso y las primeras 3 semanas, me mantengo limpia, pero la ansiedad me gana, repito los viejos moldes, mi madre siempre fingía y no estaba bien, quise hacerle igual, fingir, luego me revente con un trapo con thinner, de ahí le seguí con el cristal, la primea vez que lo probé, me gusto, de ahí me prendí, comencé con un cien, luego un gramo o dos, muchos adictos, supuestos amigos me regalaban la sustancia yo, les llevaba muchachas, amigas mías inducirlas en el cristal y sexo. Me regalaban mi dosis diaria de tres a cinco gramos, unos mil quinientos pesos.
Niña prostituta a los 13 años
Conocí a una muchacha que se llamaba Fernanda y ella trabajaba en una línea de prostitutas de tratas de blancas y empezó a meterme cizaña en la mente de que debería ganar dinero vendiéndome al mejor postor, mi primer cita fue en el hotel La Hacienda, cuando entre a ese hotel tenía mucho miedo, no iba anestesiada , hasta que entre al cuarto empecé a consumidor, lo que fue cristal y alcohol, permite que la persona con la que yo estaba me tomara fotos desnuda, lo único que pensé es que que podía pasar con esas fotos, me daba miedo, el señor tenía 60 años, estaba muy enfermo de la mente, cuando estaba con él en acción me cambiaba el nombre, sentí asco, repugnancia y aparentaba estar bien, la paga fue de 600 pesos, me empecé a sentir sucia, denigrada, ya no era la misma persona, me valía gorro todo.
La puerta falsa y el abandono a sí misma
Me gustaba que los clientes me tomaran fotos, pagaba bien, la primera vez, estuve con tres clientes, cada uno te citaba en un lugar diferente y pasaban por ti a ese lugar a recogerme, de ahí me vestía con faldas cortitas, con tacones, ya me pintaba mucho, me arreglaba bien para ellos y al poco tiempo, me gustaba el trabajo, el día que más gane, fue a la cuarta vez que estuve con un cliente, y fue un 20 de febrero, era el cumpleaños de mi mamá, preguntándome que por que le había llevado ese arreglo de flores tan grande que de donde había sacado el dinero, ese día gané más de 5 mil pesos, el tipo estaba muy enfermo y lo complací en todos los sentidos, él quiso que lo vistiera de mujer y lo violara con un consolador. Yo tenía 13 años, pero ya me sentía toda una profesional.
Muerta en vida
Intento suicidarme a esa misma edad, 13 años, empastillándome, no lo logro, cuando menos pensé, lo único que me acuerdo es cuando caí al piso, escucho a mi mamá llorando y gritando, auxilio, auxilio, de ahí fue cuando mi hermana subió y empezaron a marcar a la ambulancia y solo me acuerdo cuando estuve en el hospital, duré una semana y media, me sentía decaída, mi depresión eran crónica y me tomaba con exceso los antidepresivos, saliendo del hospital comienzo a conocer nuevas y más drogas como la heroína, con un vendedor de drogas, convino la heroína con el cristal, la primera vez comencé a vomite y vomite,, alucinando muy feo, me prendí y fue por 4 veces, y me mama ve en mi cambios drásticos en mi físico, estaba más delgada y decide volver a anexarme.
Punto de vista editorial
Nos enfrentamos a un triste, serio y delicado problema de salud pública, mental, sexual, físico, ahora, con este testimonio, aflora la prostitución infantil, la descoyunte sexual de una sociedad enferma, hipócrita, sucia, repugnante que patrocina la adicción al cristal y la prostitución en todos los niveles, lamentablemente, los políticos derrochan fortunas, que no son de ellos, en hacer una imagen de su miseria actuación y no tienen la óptica de atender este llamado urgente donde el rio de sangre no ha cesado, donde el consumo de cristal y de infinidad de drogas ha alcanzado niveles sorprendentes, no hay voluntad política, ni conciencia, carecen de responsabilidad civil, para evitar los suicidios, mucho menos tienen la intención de ayudar a los niños y jóvenes a que salgan de sus depresiones crónicas y agudas, que salgan del infierno de las drogas. El motor que activa la inseguridad que nos domina, son las drogas, atrás de cualquier hecho delictivo, están las adicciones a las sustancias y a las conductas toxicas.- Seguiremos cruzados de brazos, miopes, ignorantes, soberbios, pegando un poster de advertencia en las escuelas? Por atención, muchas gracias.- ernestosalayandia@gmail.com 614 256 85 20, más información, montrealquebeclatino.com