EL DERECHO A LA CIUDAD

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Octubre Urbano

Por Dr. Salvador García Espinosa

La ONU-Hábitat ha instrumentado desde 2014 esta política, para que cada año se realicen, durante el mes de octubre, eventos relacionados con las ciudades a fin de incentivar la reflexión sobre los desafíos que enfrentamos, lo que implica tomar conciencia y promover la participación en temas como la resiliencia climática, la inclusión, la seguridad y la sostenibilidad de las ciudades.

Desde una perspectiva ambiental, las ciudades se han convertido en el epicentro del problema, toda vez que es ahí donde se consume alrededor del 75% de la energía generada en el mundo, y se origina el 70% de las emisiones globales de CO2. Además, por si esto fuera poco, en las ciudades se concentra casi el 70% de la población mundial.

Su relevancia es tal, que más allá de una lectura pragmática de la Agenda 2030, donde se pretende concentrar en el ODS 11, todo lo referente a las urbes bajo el lema “Ciudades y comunidades sostenibles”, es necesario comprender que el cumplimiento del 65% de las metas que se contemplan en los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) dependerá de las acciones que se desarrollen en la ciudad.

Acorde a su relevancia, es la preocupación mundial por las ciudades, sobre todo si se considera que son altamente vulnerables al cambio climático. Hoy en día 70% de las áreas urbanas están manifestando señales alarmantes, las temperaturas en las zonas urbanas aumentan hasta 10°C más que en las áreas rurales y el 90% de las ciudades costeras enfrentan el inevitable aumento del nivel del mar, además de una mayor incidencia y magnitud de las tormentas.

En las ciudades, el impacto sobre el calentamiento global es consecuencia de una mala planificación y diseño que ha incentivado la conformación de ciudades dispersas, que nos hacen cada vez más dependientes de vehículos automotores particulares o colectivos. Los esfuerzos mundiales se enfocan en la reducción de gases, prioritariamente los de efecto invernadero a partir de modificar la forma en que planificamos, construimos, gestionamos y generamos la energía que se consume. Se asume que una ciudad bien diseñada, compacta y con un buen sistema de transporte público no sólo disminuye el impacto ambiental, sino que incentiva un estilo de vida saludable entre sus habitantes.

Este año el lema de la ONU-Hábitat es “Ciudades inteligentes centradas en las personas”, slogan que centra el objetivo en las soluciones tecnológicas innovadoras para satisfacer de mejor manera las necesidades de las personas. Sin embargo, también evidencia la crisis más grave de nuestras ciudades: la pérdida de la escala humana.

La pérdida de la habitabilidad en las ciudades es por demás evidente, la referencia al ser humano se desdibuja ante la ciudad diseñada para los autos, las prioridades por un emplazamiento de la vivienda en territorio, aptos quedan en segundo término ante los intereses del mercado inmobiliario, que buscan desarrollos habitacionales cada vez más alejados de la ciudad.

En nuestras ciudades es cada vez es más difícil encontrar un árbol o un jardín. La transformación de nuestras ciudades en extensas zonas metropolitanas no debe ser pretexto para que se olvide que la prioridad de toda ciudad deben ser sus habitantes.

El cambio, en el estilo de vida urbano que llevamos los habitantes de una ciudad es quizás el cambio más significativo y necesario; se requiere modificar prácticas como el uso excesivo del automóvil, el abuso en el consumo de energía, disminuir el alarmante desperdicio de alimentos, el manejo inadecuado de aguas residuales y la sobreexplotación de los mantos acuíferos, entre otros aspectos. Más que “ciudades inteligentes centradas en las personas” se requieren “Personas inteligentes centradas en mejorar la calidad de vida”.