Códigos de comunicación equivocados

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Por Ernesto Salayandía García

Las heridas profundas del alma

Me pegan desde mi infancia, las heridas del alma que marcaron, no solo mi destino, sino que también mi personalidad, tengo que acordarme que yo no podía dejar de beber, de tomarme esa botella diaria de vodka, no podía dejara de consumir los 10 o 15 pases que inhalaba de cocaína, mucho menos, podía suspender el cumulo de pastillas que consumía, ni la morfina sintética, mi dolor era muy grande, así como mi ansiedad, me fumaba cerca de tres cajetillas al día, me la pasaba triste, apagado, deprimido, hundido en mis pensamientos patológicos, psicóticos, secuestrado por mis celos compulsivos, por ello, ahora puedo establecer un punto de comprensión, con ese adicto que llora y moja mi hombro, diciéndome.- Ernesto, no puedo dejar de consumir.- Se dé su dolor, de lo que me está hablando, porque precisamente, de ahí vengo.

El perfil del drogadicto

Hay un rechazo total, es repudiado, odiado, rechazado por su familia y la sociedad, la droga te cambia tu manera de ser, la tendencia es que te conviertas en un neurótico empedernido, agresivo, explosivo, mecha  acorta, rompes con los vínculos familiares y de comunicación, aunque vivas en el mismo techo, el pan de cada día es las agresiones, humillaciones, castigos, hostigamientos y represión, la familia comienza a poner límites tajantes,  cuando ya es demasiado tarde, cuando las conductas toxicas no tienen remedio y la adicción compulsiva es un callejón sin salida, cualquier esfuerzo es nulo por recuperarse, el adicto sufre profundamente, su dolor es incomprendido y engrandecido por el rechazo, la familia, que no sabe a ciencia cierta cómo tratar a su enfermo y comete serios errores, aquí, la reflexión es que debemos de prevenir para no lamentar, evitar que estos niños se intoxiquen con conductas toxicas, evitar lo ingobernable, irreverencia y rebeldía, para que el niño, no se fugue  en las drogas, comience con la cerveza, hay que considerar que la  cerveza es una droga escalonaría-

El adicto nace y se hace en casa

No hay peor ciego como el que no quiere ver, la fábrica de drogadictos esta en casa, en os hogares disfuncionales, el adicto consiente o inconscientemente es marcado de por vida con sus heridas profundas del alma, es un ser hipersensible que  le afecta toda la energía negadita que se destila en su contra delante de él, le pegan los insultos, el maltrato, los gritos, el rechazo, las humillaciones, se siente abandonado y traicionado, le pega el divorcio, la separación de sus padres, le afecta y mucho la neurosis de la mama, sus nuevos novios y sus actitudes, crece con resentimientos, con un dolor muy grande y sobre todo con una pésima comunicación de demasiada agresividad con sus padres, cuando parece la sustancia, es para él, como arrullo al alma, la droga es placentera, lo tranquiliza y se convierte en su novia, su amiga, amante y compañera, la sustancia le brinda muchos servicios, como tapar el enorme hueco del abandono y cubrir esas heridas del alma que le han generado soledad, tristeza , depresión, el adicto, entra a ese pantano de arenas movedizas y muchos padres, creen que la solución es anexarlo por tres meses en un centro de rehabilitación, este árbol nació y creció torcido

La conducta toxicas

Lo invade la pereza extrema, el conformismo, la apatía ante la vida, se torna muy distante ante el ámbito familiar, rompe con la escuela, deja de estudiar, ya sea secundaria, preparatoria o superior, descuida su higiene y personalidad, camina cansado, desganado, sin energía, es mitómano, el hombre del mañana, él bebe eterno, crece con una sólida dependencia se acostumbra a que todo se le resuelva, por supuesto, que le pega la soledad, es el llanero solitario, solo, abandonado y triste, cree que la marihuana tiene un encanto espiritual, su mente es de armonía, por favor léase entre comillas y cree firmemente en sus conceptos equivocados ante la vida, es terco en sus acciones y pensamientos, al pasar el tiempo, se hace viejo, un adicto ruco, hundido en la mediocridad, convirtiéndose propiamente en la oveja negra de la familia, por soberbio, no pide ayuda y ente más pasa el tiempo, más se hunde, la familia, cree que el problema es del adicto y no de ellos, se lava las manos, bajo la frase de;.- Yo no lo cause.- Yo no lo curo.- Si el adicto esta en ese infierno, es porque alguien lo empujo, no cayo solo, siempre hay una mano que mece la cuna.-

Algo estamos haciendo mal, que no ha funcionado

El índice de recaídos de clínicas y centros de rehabilitación es enorme, solo década diez internos, uno es el que se recupera, es decir, 9 recaen y no logran salir del hoyo, el gobierno no tiene un programa de rehabilitación, mucho menos de prevención y la familia se mantiene ciega, sorda y muda por años, despierta hasta que el adicto comienza a tocar sus drásticos, fondos, la pegunta seria.- ¿Que es lo que está mal? La respuesta en mi opinión, es que somos ignorantes ante la complejidad de la enfermedad , no hemos considerado  la genética como una herencia maldita, tampoco la hipersensibilidad del enfermo, ni la ausencia de profesionalismo de la mayoría de clínicas y centros de rehabilitación, tampoco, como familia, queremos ver la parte del pastel que nos toca, no reconocemos, ni el tamaño ni la rebanada y ha sido muy sencillo cargarle la viga al drogadicto, sin ponerle límites y con una pésima comunicación, es muy simple, si él quiere seguir drogándose que lo haga fuera de casa, que vaya a vivir su propia experiencia, que se rasque con sus propias uñas, de cualquier manera, está muerto en vida y si, quieres un cambio,   busca los códigos de comunicación y de actitudes, basados en el amor y el respeto mutuo.

El niño dañado

Me toco el caso, de platicar con joven marihuano de 25 años, de padres divorciados, padre ausente, madre neurótica, creyéndose un fray de una onda espiritual que adoran al peyote como un Dios, por supuesto con sus estudios inconclusos y una relación de pareja con una niña, igual o peor de marihuana que el, cerrado en ese absurdo sentido de que la marihuana no es dañina, resentimientos a flor de piel, se había agarrado a trancazos con su padre y con la mama, no salía de un pleito, cuando entraba a otro demasiado conflicto y dolor para todos, la sugerencia, fue que bajaran la guardia, sacaran la bandera blanca y dejaran de pelear, la mama fue a Neuróticos Anónimos, el continuo con su terapia con  una psicóloga, la intensidad ha bajado, el consumo no ha disminuido, pero si ha habido una mejoría, la tensión disminuyo y esa es mi recomendación para la familia, un verdadero y profundo cambio en la comunicación, en métodos y actitudes, buscar una relación con limites firmes, pero con respeto y amor, emprender el vuelo a un camino espiritual, vale la pena intentarlo

Hacer a un lado el garrote y usar el amor

El adicto es un ser abandonado por sí mismo, sin fe, ni motivación, se siente un cero a la izquierda, poca cosa y la familia así lo hace sentir, hay que comprender que está atrapado en sus depresiones y pensamientos tóxicos, en que todo le sale mal, basta con analizar su recamara, un cuarto sucio, desordenado, repugnante, así se encuentra el interior del adicto y el bombardeo diario, esos pleitos maratónicos, marcaciones, no ayudan en nada, los hilos de la comprensión y de la comunicación son muy delgados y se rompe ante las primeras tormentas y no hay como llevar la fiesta en paz, un cambio, tu adicto, no es tu enemigo, tu adicto no es la piedras angular del problema, tu adicto, tiene la necesidad de hablar de que lo escuches, lo abraces y lo hagas sentir una y mil, veces más que lo amas, usa la comunicación de tacto, quítate la cara de limón agrio, sonríe, pon música en tu casa, música alegre, sacude cuartos y sala de las malas vibras de ese energía negativa que por años se ha acumulado, haz un cambio radical, tu neurosis ha hecho daño, cuelga los guantes, haz una tregua y ofrece paz, en algo tan difícil que es la recuperación de tu adicto y la familia, que si tiene solución, hay herramientas y alternativas.-

Violencia engendra violencia

Cierto que tener o vivir con un drogadicto en casa, borracho o marihuano es algo muy lamentable, irritable e incómodo, es decepcionante ver a un ser humano en decadencia, palpar su mediocridad, rechazar su sobrada soberbia, la ausencia de humildad y su vacío espiritual, todo ello es muy cierto, como también lo complicado que es soportar su sentido de irresponsabilidad, pero ha llegado el momento de hacer cosas diferentes para esperar resultados diferentes, ya lo intentaste de todo, ahora, como decía el chavo del ocho, vamos por el lado amable, bájale a la neurosis, a los enojos, pleitos, reclamos, hostigamiento, deja de estirar la liga y por tu parte busca un camino espiritual el que te permita llevar la fiesta en más, que puedas tener con tu adicto, un dialogo duradero, cordial y de amor, usa la sonrisa como herramienta, la comunicación de tacto, el abrazo terapia, la convivencia sana, el respeto mutuo, cuando estés en calma y el también, comienza otra etapa a despertar su conciencia, acuérdate que más moscas de casan con mil que con hiel, en la forma de pedir está la de dar, quien te hace enojar, te gobierna.