Por Francisco Rivera Cruz
Frank Limpens nació en Bélgica y es tan cercano a México por varias razones, que sus visitas a las más grandes ciudades de nuestro país, ya dejan en él la huella al adoptar expresiones y dichos, como caer el veinte, chido, gacho, chingón y otras.
De Puerto Lázaro Cárdenas conocía sus conflictos sociales, su importancia en el mercado mundial desde la importación y exportación, además de su cercanía con los ombligos productivos de limón, aguacate y berries.
Y lo conocía sin haber estado aquí. Hasta ayer degustó platillos de nuestras cocineras tradicionales, estuvo en la playa y tuvo la oportunidad de impartir el taller “Juegos Cooperativos para La Paz” a dos grupos de cardenenses.
Edith Landa, coordinadora de Mujeres de Acero de ArceloMittal, además de destacar la preparación y las múltiples cartas credenciales del Limpens, lo presentó como como lo que es, promotor de la paz, impulsor del trabajo en equipo y de la solidaridad a través de dinámicas cooperativas que fortalecen las relaciones de individuos y por ende de comunidades.
En el Salón Acacias de ArcelorMittal, desarrolló en ambos talleres, varias dinámicas. Mañana y tarde con grupo diferente, a cuyos integrantes, a través de los juegos puso a reflexionar en la forma egoísta y consumista que estamos destruyendo la naturaleza y explotando los recursos.
A través de los juegos, se busca “que les caiga el veinte”, saliendo a flote que hay cuatro maneras de tratarnos diariamente: individualismo, competencia, terminando con recursos y evitando pensar en soluciones de beneficio a la colectividad, dice al concluir algunos ejercicios.
Tras prueba y error, en mismo juego y ya con aprendizaje, se hace equipo, se origina apoyo, se acuerda mantener reservas de recursos y pensar en medidas de beneficio comunitario.
Respecto a la invitación que le realizó Mujeres de Acero en el marco del Día Internacional de la Eliminación de Violencia contra la Mujer, aplaudió la decisión por la importancia de que se accione y no solo haya palabras de protección al sector femenil a situaciones de violencia.
“Que mejor que hacer algo para que las personas incluyan pequeñas acciones de prevención en principio individual y luego grupalmente”, sostiene quien ha sido miembro de Amnistía Internacional.
Cuando se le pregunta qué país presenta difícil situación de violencia a mujeres y niñas, dice que México “no pinta tan mal”, sin embargo, es feo comparar “y un solo caso de maltrato o violencia debe ser suficiente para preocuparnos y trabajar, pensar cómo podemos hacer cada uno para cambiar nuestra cultura de muerte por una de vida; nuestra cultura de guerra por una de paz”.
Se debe desterrar, considera el activista, ver como normal las expresiones de violencia, de reprimir, excluir, oprimir, hablar mal de otro, porque es alentar la agresión y justificar la violencia en las cosas que hacemos; solo que para ello hay que rehacer nuestra conducta diaria, con pequeños cambios que no cuestan tanto, pero pueden mejorar rumbos.
Y más importante todavía sería en grupos adoptar esos pequeños cambios, permitirnos ver cómo tratamos a los demás, en qué medida excluimos, discriminamos, dice el miembro fundador de Educación y Capacitación en Derechos Humanos, A.C., mientras subraya que es fácil decir que actuar.
Añade que es difícil trabajar las causas y se podrían encontrar los síntomas, con mirar que una de las causas de violencias es silencio de complicidad, normalizar agresiones o hacer promoción de prejuicios y distancias.
El catedrático y conferencista, con los dos equipos a que impartió el taller exploró los juegos colaborativos como herramienta para fomentar la paz, fortalecer el trabajo en equipo y construir relaciones más sanas en sus comunidades o áreas de influencia.