BUQUE BETULA SIGUE ENCALLADO EN PLAYA LAS CALABAZAS DE LC

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En la gráfica de la izquierda, tomada por Carlos Torres hace cosa de más de 10 años, se observa cómo familias enteras acudían a Playa Las Calabazas a tomarse la foto del recuerdo con el Betula. A la derecha, lo que pudo apreciarse ayer de lo que queda del navío, ahí donde encalló desde el 29 de junio de 1993, con lo que se descarta que el Huracán Bud lo haya desaparecido, como erróneamente se divulgó.

Falsos los rumores de que lo huracán Bud se lo había llevado, aunque cada vez los efectos de la salinidad del mar hacen sus estragos en lo que queda del buque que llegó a Playa Las Calabazas a finales de junio de 1993, su destino final.

 

Por Rafael Rivera Millán

El buque tanque Noruego Betula, no se lo llevó o lo desapareció el pasado 11 de junio de este año, el huracán Bud de Playa Las Calabazas como se difundió erróneamente, ahí sigue, claro está ya solo pedazos, pero ha aguantado no uno sino decenas de huracanes y ahí sigue aferrado a las arenas de esa playa del municipio de Lázaro Cárdenas, cercana a El Habillal y a Playa Azul.

El encallamiento del navío a quien esto escribe le permitió ganar el premio nacional a la mejor cobertura periodística que año con año otorgaba el periódico El Universal, entre todos sus en ese entonces, más de 100 corresponsales distribuidos a lo largo y ancho del país.

Un poco de historia

A finales de junio de 1993, era su segundo o tercer viaje en ese mes que el Betula hacía a Lázaro Cárdenas, trayendo consigo cerca de 20 mil toneladas de ácido sulfúrico para la empresa Fertinal, y que el 27 de ese mes, al estar descargando ese elemento en los muelles de la productora de fertilizantes, su tripulación, compuesta de 27 filipinos, un capitán de nacionalidad Noruega, detectó una perforación en el casco del buque que comenzaba a “hacer” agua, por lo que las autoridades portuarias, en ese entonces a cargo del capitán Guillermo Mac Beac Amor (si mal no recuerdo), determinaron sacar el navío de ese sitio y hundirlo en la llamada Fosa Petacalco.

En esa época del año pasaba frente al litoral guerrerense y michoacano, el huracán Calvin, por lo que las labores para arrastrar al gran navío, con todavía cerca de 9 mil toneladas de ácido sulfúrico en sus bodegas, se antojaba difícil, puesto que su tripulación toda había sido bajada y alojada en el Hotel Sol del Pacífico, a donde por cierto quien esto escribe, había llegado el 28 de junio, procedente de Zihuatanejo, Gro., donde tenía base como corresponsal de El Universal, para desayunar con el entonces jefe de prensa de Sicartsa, René Chávez Cárdenas y el periodista Samuel Ponce Morales, y fue así como nos dimos cuenta de esta situación y con el colega Samuel nos encaminamos hacia la Capitanía de Puerto.

Ahí cuestionamos al Capitán sobre lo que pasaría con el buque que ya era jalado por el Remolcador Tarasco al mando del capitán Francisco Alva Rosas, piloto de puerto de este lugar. Recuerdo que Mac Beac Amor nos dijo a Samuel y a mí que ya ese barco sería historia, que ya jamás volvería a Lázaro Cárdenas, porque por los efectos del huracán Calvin sería hundido con todo y las 9 mil toneladas de ácido sulfúrico en la Fosa Petacalco. Con esos datos me regresé a Zihuatanejo y mandé la nota a El Universal.

Al día siguiente, me llaman del área de Corresponsales de El Gran Diario de México, que por qué no le daba seguimiento a la nota, les comenté que ya según la información enviada, el buque para esas horas estaría hundido. Grande fue mi sorpresa que me dijeron que el buque había quedado a la deriva y que las fuertes olas y vientos de Calvin lo habían arrastrado hasta Playa Las Calabazas, donde ya estaba encallado, así es que recibí la orden de trasladarme para ese sitio y esperar la llegada de dos fotógrafos, con los cuales durante casi un mes, viajábamos de Zihuatanejo a Lázaro Cárdenas para estar reportando lo que acontecía en derredor del buque, desde las protestas de los pescadores ribereños dirigidos en ese entonces y todavía por Casto García Serna, que se quejaban de daño ecológico por el derrame de combustible y el ácido sulfúrico.

En la gráfica de la derecha, tomada por Carlos Torres hace cosa de más de 10 años, se observa cómo familias enteras acudían a Playa Las Calabazas a tomarse la foto del recuerdo con el Betula. A la derecha, lo que pudo apreciarse ayer de lo que queda del navío, ahí donde encalló desde el 29 de junio de 1993, con lo que se descarta que el Huracán Bud lo haya desaparecido, como erróneamente se divulgó.

Los pescadores realizaban un sinfín de manifestaciones, entre ellas bloqueos al acceso del puerto para impedir la entrada de más buques cargueros, que propició el que Casto y otros pescadores como Iraís Rosales, fueran encarcelados en Uruapan. Luego de su salida, con el gobierno de Víctor Manuel Tinoco Rubí “negociaron” las primeras dotaciones de lanchas, motores y artes de pesca, para “mitigar” según los daños que les pudo causar a su actividad el buque tanque Betula.

Durante casi el mes de estar reportando lo que diariamente acontecía en torno al Betula, pues en principio llegaron técnicos de Inglaterra y otros países para tratar de rescatar las 9 mil toneladas de ácido sulfúrico y el combustible que tenía todavía en sus bodegas el buque, hasta que uno de esos técnicos nos declaró al compañero Andrés Resillas, en ese entonces creo, corresponsal de El Norte y a un servidor, que ya no había nade de ácido sulfúrico en las bodegas del Betula y que tampoco había desastre ecológico, pues dijo como ejemplo, era por la inmensidad del océano, como disolver una cucharada de azúcar en una taza de café.

Aún así siguieron las protestas de Casto y otros pescadores y demás grupos sociales, pero el Betula siguió ahí, pues aunque se hicieron intentos para que una empresa lo sacara a flote y lo desguazara para aprovechar la chatarra, jamás se logró, hasta que fue quedando ahí como un arrecife natural, y sitio casi obligado por lugareños y turistas para tomarse la foto del recuerdo.

Han pasado ya casi 25 años de su encallamiento, y el Betula ha soportado el paso de muchas tormentas y huracanes, que no lo han podido mover de ahí, solo la salinidad y el tiempo ha ido carcomiendo al gran navío de más de 200 metros de eslora (largo). En un recorrido por el lugar, al que es un tanto difícil entrar con vehículo, pues ya parte de las huertas de coco están convertidas en fraccionamientos habitacionales o turísticos, se pudo observar este 12 de junio dl 2018, que parte de lo que fue el buque tanque sigue ahí, ningún huracán se lo ha llevado o desapareció como erróneamente se divulgó en notas periodísticas o en videos en redes sociales el pasado 11 de junio. El 29 de junio de 1993 fue su última travesía, de los muelles de Fertinal a Playa Las Calabazas, un corto viaje de cabotaje como los muchos que solía hacer desde puertos del norte del país hacia Lázaro Cárdenas. Y si, gracias Betula, porque me permitiste ganar el primero de dos premios nacionales a la mejor cobertura periodística de El Gran Diario de México, El Universal. El otro fue por el llamado Jueves Negro, el 20 de abril de 2006, en el fallido desalojo de mineros de la ex Sicartsa, pero esa, esa es otra historia.