Por Dr. Manuel Portillo Serrano
Gastroendoscopía/Gastrocirugía
En la antigüedad, por más extraño que parezca actualmente, no se consumía tanta azúcar como lo hacemos hoy día, y como no se comía tanta glucosa o endulzantes, como lo consumimos actualmente, con una facilidad que espanta, y es que comemos alimentos tan procesados o que son ultra procesados que más del 70 % de esos productos que nos comemos contienen glucosa, y un dato que es para alarmar es este: los alimentos para los niños llevan un 100% de glucosa, ahora entendemos por qué un niño de 8 años ya ha consumido más azúcar en esta época de su vida tan corta, que un adulto hace 35 o 40 años en toda su vida.
El comercio, las cadenas alimentarias, la industrialización alimentaria, incluso la misma moda alimentaria, aprovechan y explotan y hacen en la producción de esos alimentos azucarados, aprovechando esa experiencia sensorial placentera que desencadena que se dispare el consumo del dulce en todos los alimentos procesados y no tan procesados, incluso en las bebidas gaseosas o energéticas, ya que estamos tan educados que le agregamos azúcar a todo hasta a lo más natural.
Con esto parece bueno para vender, aunque sea malo para comer. Y vivimos atrapados en el azúcar, un autor, el Cardiólogo Daniel Flichtentrei, en investigación sobre este asunto de endulzar todo, menciona: “La omnipresencia del azúcar en la alimentación de las sociedades industrializadas es un fenómeno que altera la conducta alimentaria y representa un peligro para la salud pública e individual”.
Y el efecto de ese peligro lo estamos viviendo actualmente al presentarse tanto paciente con obesidad exógena, en tanto niño con obesidad exógena, con tanta diabetes como se está presentando, con tanta hipertensión como la estamos viviendo actualmente, con tantos padecimientos como hipertrigliceridemia e hipercolesterolemia, tanto hígado graso, enfermedades cardiovasculares que incluso llegan a presentar un accidente vascular cerebral que desgraciadamente serán enfermedades crónicas degenerativas, lentas y mortales.
Ahora entendemos que la acción principal de incrementar el consumo de azúcar en todos los alimentos y bebidas, llega a dañar tanto a los mecanismos fisiológicos en general pero daña más a los reguladores del apetito, el hambre y la saciedad, siendo que vemos pacientes que pesan 80, 90 o 100 kg, que saben que están en sobre peso o en obesidad, pero no pueden dejar de comer, no poder inhibir esa necesidad imperiosa de seguir comiendo por haber borrado la sensibilidad de los centros de la saciedad, solo quieren comer, comer y comer, saciando su apetito y calmando la necesidad de recibir más glucosa en su cuerpo, aunque eso haga incrementar la insulina en su cuerpo y esto tarde que temprano desencadenará una diabetes, antecedido de una obesidad exógena.
La única virtud que tiene comer toda esa cantidad de azúcar no es para el individuo, la virtud es económica no nutricional, económica porque es más barato tomarse una bebida gaseosa de cola, como de 2 litros, que tomar uno o 2 litros de leche deslactosada y Ligth, sería mucho más barato tomar agua, pero el agua no le da esas 12 cucharadas de glucosa por cada 600 ml de bebida de sabor de cola, sin hacerlo sentir “a gusto” como me refieren mis pacientes y hasta lo hace repetir sin problemas, cómo no, si lleva tanto gas y el costo de este “beneficio económico” lo estamos pagando como sociedad, con lo más valioso que tenemos, nuestra salud.
Imagínese, querido lector, que la glucosa, lo que es el azúcar, existe en la naturaleza y que antes de la industrialización los alimentos se comían así solos, en frutas, vegetales, la leche, los panes y el pan de dulce no tan dulce, e iba cambiando con fibra, grasa y agua y toda esta mezcla reducía la velocidad de absorción de la glucosa y con esto atenuaba su impacto metabólico, su índice glicémico era muy bajo, qué quiere decir esto, que no entraba tan bruscamente la glucosa al cuerpo en la sangre y desencadenaba una andanada de insulina y un descontrol metabólico severo, como lo hacen ahora todos esos alimentos industrializados y tan dulces y agregados de azúcar y sobre excedidos en tamaño los famosos “agrandamientos” tanto en bebidas carbonatadas como en los alimentos, lo que era una hamburguesa normal ahora en una super grande, lo que era una bebida normal ahora es supergrande, y ya son alimentos procesados y ultra procesados, con cantidades exorbitantes de glucosa, que llegan al cuerpo en una forma muy abrupta y rápida desencadenando una hiperglicemia inmediata y una consecuente hiperinsulinemia, en una carrera que no termina, hasta que aparece una diabetes o un síndrome metabólico.
Y, siéntese mi querido lector, el azúcar, la glucosa en sí tiene valor nutricional nulo, no nos da proteínas, no nos da grasas, no nos da fibras, no nos da vitaminas, no nos da minerales, no aporta nada saludable, solo calorías vacías, eso sí, muchas, pero hay muchos mitos que han hecho que se consuma como un nutriente imprescindible, podríamos vivir con la glucosa que viene en la fruta fácilmente sin requerir más, ya que la que ocupe el cuerpo la obtendrá de un proceso que se llama gluconeogénesis y que es desencadenado de la degradación de la grasa, nunca llega a este proceso por eso se almacena el exceso de calorías en forma de grasa en los cuerpos de los pacientes.
Gracias.