Ecos para la posteridad

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Por Dra. Yazmín Arroyo

Mis estimadísimos lectores, bienvenidos sean a esta semana que casi huele a clausuras o graduaciones, en esta ocasión me gustaría tocar el tema de una conversación que tuve el día de ayer con mis amigas, del por qué si hay mujeres guapas, inteligentes, buenas personas, están solteras, o es que acaso los hombres de Lázaro Cárdenas, Michoacán no se quieren casar, o es que el vivir en pareja, casarse, tener hijos, ya no está de moda.

O ya los benditos hombres ya no quieren compromiso, o quizás ellos también están esperando a su mujer ideal, a una mujer perfecta, y saben yo conozco a algunas mujeres que sí se quieren casar que sí quieren tener hijos, que sueñan con que llegue un buen hombre a su lado para vivir, viajar, superarse, seguir y juntos salir adelante.

O es que acaso los hombres de hoy en día quieren disfrutar más su soltería, saben nuestra ciudad no es muy grande pero dónde están los hombres, y revisando en la red, encontré esto de la investigación titulada “¿Por qué los hombres inteligentes eligen a mujeres menos inteligentes?”, que ha sido publicada en Daily Mail y en Elite Daily, entre otros.

En este estudio, el académico John Carney explica que las mujeres menos inteligentes suelen tener mucho más tiempo libre porque no son capaces de obtener beneficios económicos suficientes si estudian más o trabajan más horas de lo común, con lo cual tienden a emparejarse con hombres de mayor inteligencia que, estadísticamente, son los que acostumbran a tener mejores puestos de trabajo y sueldo, lo cual ayuda a ellas a avanzar económicamente y a disfrutar de un tren de vida más alto. Una conclusión, la de John Carney, que, por supuesto, ha desatado una fuerte polémica.

Parece, no obstante, que las motivaciones de los hombres a la hora de encontrar pareja también dejan un poco que desear desde un prisma moral. Según argumenta Carney, ellos buscan a una mujer que priorice su relación sentimental y el proyecto familiar sobre cualquier otro aspecto de la vida, y por supuesto hay mujeres, normalmente las ‘no tan inteligentes’, que están dispuestas a asumir esta premisa.

Es que, como queda patente, ser una mujer inteligente tiene grandes desventajas. Probablemente, si una mujer cualquiera tuviera que elegir entre ser o no ser inteligente, tendría un dilema importante ante sí. Porque, aunque a priori todas elegirían ser inteligente, la realidad es que gozar de una mente privilegiada conlleva cuantiosos problemas para afrontar la vida real.

Se suele decir, y creo que es un tópico que no va nada desencaminado, que las mujeres ‘tontas’ (si se me permite la expresión) no son tomadas en serio por los hombres. Pero, de hecho, las mujeres inteligentes sí son tomadas en serio por los colegas masculinos, quizá demasiado en serio, hasta el punto que las perciben como rivales y no tanto como potenciales parejas.

Así las cosas, las mujeres de cualquier parte del planeta viven en una constante tensión: si son menos agraciadas intelectualmente son percibidas frecuentemente como poco más que objetos sexuales y amas de casa, y si son mujeres inteligentes, son percibidas como una amenaza indeseable, como un competidor para ese puesto directivo en la empresa.

El estudio de Carney fue realizado a un total de 121 personas de nacionalidad británica.  Los resultados han dado mucho que hablar: siendo preguntados por relaciones de pareja heterosexuales en las que la mujer tenía una inteligencia claramente superior, los encuestados percibían a éstas como problemáticas y menos deseables.

Acaso el ser inteligente es un pecado, a lo que les respondí, no te preocupes todo lo bueno toma su tiempo, y no por no querer estar sola, elijas a una persona que no vale la pena, porque yo siempre he dicho que lo que es para ti ni aunque te quites y lo que no ni aunque te pongas.