Por Francisco Rivera Cruz
A su regreso a esta ciudad, de la que salió el viernes 19 de mayo para ir a Centroamérica en su bicicleta, Rafael Zarco Rangel, aseguró regresar “inundado de felicidad”, por lo que le faltan palabras para describir la experiencia.
Aunque en su ruta ciclista “De amor y vida”, estuvo en riesgo su vida, dos veces muy de forma crítica por transporte pesado en carretera y tres veces por asaltos, él ex trabajador portuario, prefiere quedarse con las ceremonias de recibimiento y las alrededor de 30 charlas que ofreció concientizando sobre el cáncer.
“Soy más feliz; se rebasaron las expectativas”, subraya al asegurar que la ruta no la hizo solo, “la hicimos todos”, y agradece a quienes aquí lo apoyaron y durante la ruta de casi cinco semanas.
Los niños tienen derecho a la vida y más sin les es declarado cáncer; es lo que me movió en esta, como en otras rutas, recuerda y señala que se quiere quedar con todas las manifestaciones de amor que recibió en los cinco países que visitó fuera de México.
Su mensaje era de fe y de concientización sobre el cáncer, anota, y lo dice porque reconoce que se ha tenido que documentar, porque aun de integrantes de la comunidad médica, le vienen preguntas relativas a cómo ataca el cáncer a los humanos, si se previene y que síntomas expresa.
Refiere que portar la bandera del cáncer de mama, de cáncer infantil y sobretodo de México, le abrió puertas en centros educativos, gobiernos y ciudadanos.
Me quedo con las vibras buenas recibidas al paso por ciudades de mi México, luego por Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica, dice el porteño, que compartió en algunas de sus charlas que el ciclismo lo practica desde hace más de 50 años, y nunca en principio imaginó que lo podría hacer para concientizar y avivar fe en que se puede recuperar la salud.
El cáncer infantil no es la condena a muerte, es la oportunidad de luchar juntos y garantizarle vida, es una expresión multifactorial, con origen genético, emocional y de entornos, por lo que hay que cuidar alimentos, pensamientos y lo que nos rodea.
Tras señalar que lo mueve el derecho de los niños a la salud, finaliza Zarco Rangel, el amor y la fe son el mejor medicamento, y aplica no solo para enfrentar un cáncer.