
Por Francisco Rivera Cruz
El sifón que cruza el arroyo del Barco, en zona cercana al rancho El Badén, tras las lluvias intensas del huracán Enrique resultó con al menos ocho grandes fracturas, en el que se fugaría el agua del sistema de canales de riego de Conagua, entre Las Guacamayas y Chucutitán, en este municipio.
Ante la situación y para evitar que se repita la historia de 2013, cuando el huracán Manuel, siniestró el mismo paso de agua, Uriel García Rosiles, a nombre de los productores de plátano, uno de los sectores beneficiarios del sistema, urgió a reparar.
Recordó que en la afectación pasada, debido a que medio año se consumieron en el proceso burocrático de levantar datos, que aseguradoras comprobaran los impactos y llegaran los materiales, se tuvo una pérdida directa de 20 millones sólo en los productores mayores.
Esa pérdida económica, precisó, no contempló a los jornales que se dejaron de contratar, y que son uno y medio por cada hectárea sólo en el caso de producción de plátano, de los que actualmente se cultivan de Las Guacamayas a Chucutitán, entre 260 y 280 hectáreas.
García Rosiles se pronunció porque el gobierno agilice la reconstrucción y se eviten no sólo pérdidas económicas en productores, sino se agregue un retroceso en empleo.
Comentó que esta vez el daño se atribuye a los extractores de arena y a que el fenómeno meteorológico puso bastante agua sobre el Arroyo del Barco, que pasa Las Guacamayas y termina en el Río Balsas, a un costado de la planta tratadora en desuso de esa tenencia.
El productor de plátano, dijo que esperan el mismo inicio de esta semana platicar con autoridades para saber si hubiera avances en el proyecto para pronta reparación ya que lo que menos se quiere es llegar a la falta de agua.
Ante pregunta de este medio, dijo que una vez que deje de llover, entre 10 a 15 días se secarían los cultivos, y la solución sería hacer pozos profundos y la instalación de un sistema propio por cada fruticultor, pero generaría costos extras a la producción.
Durante un recorrido por el sifón siniestrado por la lluvia, se observaron dos cosas, que son ocho grandes grietas y que se habían usado en su estructura de cemento y metales, varillas de muy menor tamaño, en comparación con el sifón anterior a 2013, del que todavía hay restos ahí.
La tardanza de seis meses en 2013, entre sus orígenes, fue que la aseguradora liberó 2.2 millones de pesos para la reparación y un proyecto técnico “apenas básico” que elaboró entonces la Comisión Nacional del Agua, costaba 24 millones. Esta vez, el daño es mayor y todo el sifón está fracturado.