Ecos para la posteridad

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Por Dra. Yazmín Arroyo

Bienvenidos sean mis estimadísimos lectores; ya en esta segunda semana de descanso para algunos pero no para todos, los que tenemos que seguir trabajando, aquí estamos al pie del cañón, y me voy a dar la oportunidad de platicarles que el día lunes conocí a un gran mujer, a la que tuve la dicha de entrevistar por algunos minutos, y me platicaba que ella además de ser mamá, enfermera, es emprendedora y que junto a su esposo tienen varios negocios.

Y algo que se me quedó grabado fue que lo hace para su vejez, porque en este país es tan injusto cuando ya te vas a retirar o pensionar o jubilar, y el júbilo o el tiempo de jubilación dura tan poco, que desafortunadamente lo que te llegan a dar ya no alcanza para nada.

Pero saben esta realidad también la compartimos con otros países, y me conmovió mucho lo que me platicó, porque me aseveró que se está preparando para el día de mañana, para no ser una carga para sus hijos y créanme que eso me causó mucho ruido en mi interior.

Porque por otro lado, escuchando la otra cara de la moneda, también escucho a diario frases como: que los hijos ya no son como antes, hoy en día los hijos ya no se quieren casar, y los que como decían antes “los que se comieron la torta antes del recreo”, los que “salieron con su domingo siete” se van a vivir a casa de sus padres, o jóvenes que tienen más de cuarenta años y le temen al compromiso y siguen viviendo con sus padres.

Y vivimos con una generación que “está pensando mejor las cosas” para que vivir con alguien que el día de mañana vas a dejar, mejor así, cada quien en su casa, solo vernos a ratos, porque el “amor es mejor a ratos”, y es cuando embonan frases como el “amor ya no es como antes”, o “el amor es desechable”, “úsese y tírese” y lo que sigue.

Sin lugar a dudas, el amor, las cosas importantes cambian y todo cambia, será acaso que el cómo vivimos también es nuestra responsabilidad, eso de decir, yo no quiero que mis hijos vivan lo que yo viví o pasen por lo que yo pase, será acaso nuestra responsabilidad que nuestros hijos ya no sean “responsables”, que le huyan al compromiso, que ya no quieran estudiar, que ya no quieran trabajar.

Cuánto daño les hacemos a nuestros hijos con esa sobre protección, y también nos hacemos daño a nosotros mismos a nosotras mismas, pero regresando al punto de que necesitamos trabajar por y para nuestra vejez, voy a retomar algo que encontré en la red, el día de ayer en la mañana.

Hay estadísticas que retratan a la realidad de millones de mujeres en México, tan solo aquellas que deciden cuidar y educar a sus hijos y lo hacen como por al menos 5 años pierden 250 semanas de cotización en el IMSS o que decir de aquellas que trabajan en la informalidad, vendiendo cosas por catálogo, haciendo postres, pasteles, cociendo o arreglando ropa, etc.

O aquellas que limpian casas y que no cuentan con seguro, al pasar de los años, y llegando a la vejez, no cuentan con los recursos necesarios, muchas de ellas sin atención médica, tomando en cuenta que la esperanza de vida de las mujeres en México es de 77.8 años mientras que los hombres es de 72.5 años.

Verdad que es alarmante, conscientemente debemos de trabajar para nosotras y para nosotros, vivir dignamente nuestra vejez, y vivir nuestro presente, con lo mejor que podamos, responsabilizarnos por nuestro presente y nuestro futuro y buscar hacerlo de la mejor manera.

Recuerda lo mejor que podamos, y con ello me refiero a no tratar de resolverle la vida a los demás sino a nosotras mismas y a nosotros mismos. Mi querido lector trata de vivir lo mejor que puedas y ánimo que lo mejor siempre, siempre está por venir.