Por Francisco Rivera Cruz
Ante el crecimiento demográfico, industrial y hasta turístico del municipio en los últimos 30 años, las mil 500 hectáreas de manglar que sobreviven en la ciudad están amenazadas de desaparecer.
Para ganar espacios que paulatinamente se van convirtiendo en planchas de cemento o material pétreo, que se transforman patios de autos o de contenedores, un recurso válido son las quemas clandestinas.
Sin embargo, referirse al tema se hace con temor. Una asociación civil, a este medio señaló que la degradación en la zona de El Manglito, enfrenta un ritmo de destrucción por una parte, y por otra, el intento de rescate con campañas y siembra de mangle, promovido desde las autoridades portuarias.
Aun así, pronostica que en una década el humedal de la zona de El Manglito tendrá un grave impacto y ocupación para otros fines. Agricultura, turismo, ganadería y hasta vivienda, son la amenaza de ocupación de los sitios quemados.
Los aportes de elementos, se hacen firmes pero con el temor “de incomodar”, así que se solicita que no sea citado el nombre de la agrupación, “al fin y al cabo, coincidimos con otros protectores en decir que hay una presión, y hay quienes dan menos tiempo a raíz de la obra de acceso al boulevard playero”.
Se refieren a la obra que con recursos federales de la Asipona se hace para sacar carga de la terminal de cabotaje, que se construye entre el Puerto y la acerera ArcelorMIttal, y que en el acceso al boulevard, pone en la obra, áreas para disfrute de las familias, como juegos infantiles y puntos para admirar la fauna y vegetación de la zona.
“No se niega que las empresas generan empleos, pero también afectaciones al manglar al medio ambiente”, menciona en alusión a los patios de autos que ya aparecen en ese entorno.
Los manglares actuales no son ni el 20 por ciento de lo que se tuvo, por lo que sería de urgencia su preservación, porque representan protección a la afectación de los impactos del mar, de mayor importancia cuando se viene advirtiendo que el clima tiene cada vez más alteraciones, se anota.
El daño ecológico es alto, y sin embargo, se puede detener y quedarnos con lo que ha representado, entre otros que al sector pesquero, le quitó algunas especies de peces y habitantes de la zona, que los propios pescadores “no las han vuelto a ver”. La almeja chocolate, camarón barba roja y langostinos, entre ellos.
Los manglares, son áreas de reproducción y crianza de especies porque esta vegetación tiene la capacidad de ser entre el agua dulce y agua salada, siendo que importante colchón sobrevive a la contaminación que “le regalan” cientos de colonias de Playa Azul, Buenos Aires y la ciudad misma, cuando le depositan sus aguas negras.
